Nació en la localidad salteña de Río
Blanco, el 21 de mayo de 1921. Hijo de inmigrantes: Manuel Muñoz y Trinidad
Moraleda. Formado en un hogar cristiano, donde aprendió a ser fiel al Señor y
emplear sus condiciones humanas al servicio de su prójimo. Siendo niño de
trasladó con su familia a Santiago del Estero, más precisamente a Clodomira.
Se ordenó como sacerdote el 31 de agosto de
1952. Abrazó la vida religiosa abocándose de lleno a la tarea educativa. Fue un
sacerdote con vocación docente toda su vida.
Ejerció como titular en varias parroquias:
San José de Belgrano, La
Inmaculada , entre otras. Fue monseñor, vicario de la Diócesis de Santiago del
Estero, durante los mandatos de los obispos Manuel Tato y Manuel Guirao.
A mediados del año 1959 fue designado
Vicario de la Parroquia
San José. Con anterioridad ya traía consigo la impronta
educativa. Fue el Asesor Diocesano de la
JOC (Juventud Obrera Católica).
Conocedor de la zona sur, hacia donde ya se
preveía el crecimiento de la ciudad, consideró que era muy necesaria la
creación de establecimientos educativos con todos los niveles, para satisfacer
la creciente demanda de la población.
En 1959, crea la Escuela Parroquial
San José, donde los niños de los barrios aledaños, concurrían para completar
las tareas dadas en la escuela primaria, con el acompañamiento de docentes
voluntarios.
En 1960, nace el Jardín de Infantes, con
una población de alumnos de 5 años de edad. Era la única sala, la cual dependía
del nivel primario de la
Escuela Parroquial San José. Con la promoción de estos niños,
al año siguiente se abre el primer grado en 1961.
Justamente, es en 1961 cuando inicia sus
actividades académicas el Instituto Santo Tomás de Aquino (LL-9). Según el
relato de personas que se encontraban en el instituto en ese momento: “el
primer día de clases del ciclo lectivo, sólo tenían 12 alumnos inscriptos.
Cuando el Padre Muñoz fue notificado de que el Ministerio de Educación de la Nación no reconocería al
colegio por contar con tan pocos alumnos, él dijo ‘no se preocupen, la semana
que viene, cuando los alumnos repitentes no sean recibidos en su escuela de
origen, vendrán a nuestro colegio’. Sabias palabras. Así sucedió, ya que a la
semana siguiente el Instituto contaba con 45 inscriptos, cantidad máxima por
grado en esa época.
Al fundar escuelas, generó fuentes de
trabajo, dignificó al docente y favoreció a muchas familias, otorgándole becas
para sus hijos.
La obra educativa del Padre Muñoz no puede
ser comparada, ya que fueron más de cuarenta los establecimientos educativos,
en toda la provincia, de todos los niveles, creados bajo su dirección. Entre
los que se puede mencionar: Colegio Nuestra Señora del Rosario de Fátima
(inicial, primario y secundario), en el Barrio Reconquista de la ciudad
Capital; Jardín de infantes Nazaret en Forres (Dpto. Robles); Jardín Milagro de
Jesús en Loreto; Colegio Nuestra Señora del Carmen (inicial y primario) en
Pinto (Dpto. Aguirre); Colegio Inmaculada
Concepción (inicial, primario y secundario) en Frías (Dpto. Choya); Centro de
Atención Múltiple María Magdalena (especial) en Clodomira (Dpto. Banda);
Instituto de Nuestra Señora de Lourdes (secundario) La Banda ; Instituto Nuestra
Señora de Loreto (secundario), en el Barrio J. F. Ibarra de la ciudad Capital;
Instituto Nuestro Señor de Mailín (secundario) en Termas del Río Hondo;
Instituto San Roque (secundario) en Villa Zanjón; Instituto Nuestra Señora de la Consolación de Sumampa
(secundario) en Los Nuñez (Dpto. Río Hondo); Instituto San Francisco Solano
(secundario) en Vinará (Dpto. Río Hondo); Colegio San Isidro Labrador
(secundario) en Forres (Dpto. Robles); Instituto Pío XII (secundario) en Barrio
Independencia de la ciudad Capital; Instituto Nuestra Señora del Rosario
(secundario) en Fernández (Dpto. Robles); etc.
De mente ingeniosa y activa y a los fines
de la promoción humana destinada a transformar la familia, como una manera de
evitar la marginalidad y hacer sentir al hombre como un ser bueno y útil, creó
lo que le dio en llamar “Ciclo Básico de Servicio a la Familia ” en las zonas
rurales. Abarcaba tres años, con espacios curriculares por áreas. En dichos
establecimientos se les dictaba, además de las clases comunes, catequesis,
huerta, granja, apicultura, gastronomía.
Con el propósito de organizar en la
provincia a los colegios de gestión privada, y atendiendo siempre a un objetivo
bien definido -la libertad de enseñanza- gestionó y creó el Servicio Provincial
de Enseñanza Privada (SPEP). Cabe destacar que también fue el Representante
Legal, no sólo de las instituciones por el creadas, sino también de otros
centros educativos, ya que desde el Obispado le fue solicitado, en
consideración a su experiencia.
Falleció a los 78 años de edad, un 3 de
mayo de 2000. Fue una muerte repentina, que nadie esperaba, ni sus sobrinos que
compartían con él la vivienda en la finca “Tincunacu” (palabra del quichua que
significa “encuentro”) ubicada en el
Zanjón.
La noticia de su fallecimiento se conoció
rápidamente, y todos lo que lo conocían comenzaron a acercarse a la Parroquia San José
donde se llevó a cabo el velatorio. El sepelio fue en un cementerio privado que
posee la familia en Tincunacu.
Nuestro sentido homenaje, nuestra gratitud,
al padre Muñoz, que vivió tantos años al servicio de la educación, allí en las
comunidades más carenciadas, donde impulsó la creación de colegios, sin
descuidar la promoción humana para elevar la dignidad del hombre. Su vida se ha
eternizado en las obras que dejó, un sacerdote con alma de maestro.